Martin Ayerbe AM740 Hamartia. Barcos para TODOS.

La invisibilidad del Caribe y la América del Sur como mercados potenciales para las exportaciones argentinas industriales, es consecuencia de una mirada siempre al Norte de las clases dominantes del país. Y esa miopía comercial es la misma en casi todo lo que se conoce como Patria Grande, al sur del Río Bravo y hasta la Antártida, cuyos países venden materias primas y compran manufacturas de otras regiones del planeta, siempre al norte del Ecuador y en términos de intercambio harto desfavorables para ellos en cuanto a valor agregado. Miopía que, lejos de ser nueva, es histórica. Anterior y superior al Mercosur resulta la política diseñada por Juan Domingo Perón, los pactos bilaterales y equilibrados, que, por esas mismas cualidades, perdura en el tiempo porque puede renegociarse equitativamente, permitiendo el desarrollo mutuo de países no industrializados aún, pero complementarios en su producción industrial. Política que aseguraría para el ARS trabajos que hoy ni siquiera es capaz de ver. Argentina, Bolivia, Venezuela, Ecuador, Cuba, necesitan buques, energía nuclear, satélites... y nosotros hacemos todo. Sin embargo, lo mejor sigue siendo construir para el propio país. Capitalizar en Argentina todo lo que se ponga en el ARS de esfuerzo productivo en buques y bienes de capital. Ya se dijo claramente que la tarea que acumula es la navegación, capital intensiva, y que la que socializa en trabajo lo acumulado es la industria naval, mano de obra intensiva, que la abastece de buques. Pues bien, si astilleros y armadores son argentinos los dos, no hay forma de que los ineludibles subsidios escapen de la frontera: el bien de capital y el trabajo que lo produjo se quedan ambos en el país. En esta conciencia política, económica e industrial, con toda mala intención, la embajada le impuso al ARS la Zona Franca, despojándolo de terrenos que le pertenecían y transformándolo en extranjero de su propia tierra. Argumento servido en bandeja a las actuales autoridades del ARS, puestas por el dinamitero Macri y su socia Vidal, tan liberales como el que más, para vaciarlo de tareas y encarajinarlo en un laberinto legal que ni ellas entienden, pero que les resulta funcional a su objetivo de destruirlo. Sin el correspondiente subsidio, los astilleros no podrían producir sus buques. Pero tan cierto como lo anterior es que quien se lleva a un precio de 100 lo que costó 140 producir es el armador y no el astillero. Porque el astillero gastó 140 y cobró 140. La que paga 100 y se lo queda, es la empresa naviera… Por lo tanto, la que realmente es subsidiada es la navegación más que la industria naval. Y este, es un conflicto geopolítico del tipo “Patria sí/colonia no”, bastante lejos de la retórica ideológica distractiva de las izquierdas y las derechas, que es abstracta en sus beneficios, pero se vuelve concreta en sus perjuicios. Conciencia que, de tanto en tanto, debe recordarse… porque se pierde. Leer más

La invisibilidad del Caribe y la América del Sur como mercados potenciales para las exportaciones argentinas industriales, es consecuencia de una mirada siempre al Norte de las clases dominantes del país. Y esa miopía comercial es la misma en casi todo lo que se conoce como Patria Grande, al sur del Río Bravo y hasta la Antártida, cuyos países venden materias primas y compran manufacturas de otras regiones del planeta, siempre al norte del Ecuador y en términos de intercambio harto desfavorables para ellos en cuanto a valor agregado. Miopía que, lejos de ser nueva, es histórica. Anterior y superior al Mercosur resulta la política diseñada por Juan Domingo Perón, los pactos bilaterales y equilibrados, que, por esas mismas cualidades, perdura en el tiempo porque puede renegociarse equitativamente, permitiendo el desarrollo mutuo de países no industrializados aún, pero complementarios en su producción industrial. Política que aseguraría para el ARS trabajos que hoy ni siquiera es capaz de ver. Argentina, Bolivia, Venezuela, Ecuador, Cuba, necesitan buques, energía nuclear, satélites... y nosotros hacemos todo. Sin embargo, lo mejor sigue siendo construir para el propio país. Capitalizar en Argentina todo lo que se ponga en el ARS de esfuerzo productivo en buques y bienes de capital. Ya se dijo claramente que la tarea que acumula es la navegación, capital intensiva, y que la que socializa en trabajo lo acumulado es la industria naval, mano de obra intensiva, que la abastece de buques. Pues bien, si astilleros y armadores son argentinos los dos, no hay forma de que los ineludibles subsidios escapen de la frontera: el bien de capital y el trabajo que lo produjo se quedan ambos en el país. En esta conciencia política, económica e industrial, con toda mala intención, la embajada le impuso al ARS la Zona Franca, despojándolo de terrenos que le pertenecían y transformándolo en extranjero de su propia tierra. Argumento servido en bandeja a las actuales autoridades del ARS, puestas por el dinamitero Macri y su socia Vidal, tan liberales como el que más, para vaciarlo de tareas y encarajinarlo en un laberinto legal que ni ellas entienden, pero que les resulta funcional a su objetivo de destruirlo. Sin el correspondiente subsidio, los astilleros no podrían producir sus buques. Pero tan cierto como lo anterior es que quien se lleva a un precio de 100 lo que costó 140 producir es el armador y no el astillero. Porque el astillero gastó 140 y cobró 140. La que paga 100 y se lo queda, es la empresa naviera… Por lo tanto, la que realmente es subsidiada es la navegación más que la industria naval. Y este, es un conflicto geopolítico del tipo “Patria sí/colonia no”, bastante lejos de la retórica ideológica distractiva de las izquierdas y las derechas, que es abstracta en sus beneficios, pero se vuelve concreta en sus perjuicios. Conciencia que, de tanto en tanto, debe recordarse… porque se pierde. Leer menos