Martin Ayerbe AM740 Hamartia. IAPI XXI. Nacionalización del comercio exterior.

Esta letra se reivindica industrialista, mersa, grasa, conurbánica y oscura (casi negra, diríamos). Va por la nacionalización del comercio exterior y denuncia su voluntad de liberación, antagónica al capitalismo imperialista. Entiende que la propiedad social de los medios de producción se completa con la gestión estatal nacional de nuestro comercio exterior. Maldecida desde siempre por el imperio anglosajón, nuestra Patria siempre fue atacada desde afuera (Malvinas) y desde adentro (golpes de estado, serviles al capital, tolerados por políticos profesionales, bendecidos por jerarquías religiosas). Desde su óptica, al país productor de alimentos para 400 millones de bocas le sobran habitantes, porque con muchísimo menos que 40 millones de argentinos alcanzaría para explotar sus fértiles pampas, su petróleo, sus minerales. Porque, en el capitalismo, todo se vuelve capital intensivo: la siembra directa en Pergamino, el fracking petrolero en Vaca Muerta, la mina a cielo abierto en Bajo La Alumbrera. Solo el 8% de la producción agropecuaria se consume intramuros. El 92% se exporta, a mejores precios que los del mercado interno …y con la posibilidad de triangular en paraísos fiscales. Por lo tanto (dijo Prebisch en el ’55), a una depresión del consumo interno le sucede instantáneamente un aumento de los saldos exportables. De ahí que la industrialización del país sea antagónica al capital multinacional: un Pueblo con buenos sueldos industriales, adoctrinado en la cultura del trabajo (que es la que permite todas las otras), consume más, mucho más, que un Pueblo despojado de sus derechos, dependiente de la asistencia social. Los países tecnodependientes pagan cientos de veces el know how que consumen. No saber es carísimo. Ahí el multinacional robo de divisas. Todos los autos son el mismo auto. Sin embargo, pagamos royalties por ellos como si fueran distintos. Todos los remedios se fabrican a partir de unas pocas monodrogas básicas que son las que tienen efecto curativo. El resto son excipientes, saborizantes, agua destilada, colorantes, placebos, con tareas de fantasía: simulan que los remedios son diferentes entre sí. Y lo mismo con todas las computadoras, alimentos, acondicionadores de aire, teléfonos, bebidas, televisores… que se ofrecen al Pueblo en una lista inagotable de simulaciones. Enmascaramientos y fachadas que ocultan lo común: el circuito integrado, el nutriente, la tecnología básica, los azúcares, la cafeína que comparten y los hace útiles, nutritivos, energizantes, necesarios para la vida, convenientes al confort humano. Los factores de escala amortizan las inversiones tecnológicas de las multinacionales en grandes mercados de países centrales. Esto permite a sus excedentes de producción hacer dumping en los nuestros, destruyendo nuestra industria en un primer paso, para explotarnos con precios monopólicos luego. En este contexto, el know how to do it se vuelve esencial para la liberación. Y el IAPI XXI es la llave. Read more

Esta letra se reivindica industrialista, mersa, grasa, conurbánica y oscura (casi negra, diríamos). Va por la nacionalización del comercio exterior y denuncia su voluntad de liberación, antagónica al capitalismo imperialista. Entiende que la propiedad social de los medios de producción se completa con la gestión estatal nacional de nuestro comercio exterior. Maldecida desde siempre por el imperio anglosajón, nuestra Patria siempre fue atacada desde afuera (Malvinas) y desde adentro (golpes de estado, serviles al capital, tolerados por políticos profesionales, bendecidos por jerarquías religiosas). Desde su óptica, al país productor de alimentos para 400 millones de bocas le sobran habitantes, porque con muchísimo menos que 40 millones de argentinos alcanzaría para explotar sus fértiles pampas, su petróleo, sus minerales. Porque, en el capitalismo, todo se vuelve capital intensivo: la siembra directa en Pergamino, el fracking petrolero en Vaca Muerta, la mina a cielo abierto en Bajo La Alumbrera. Solo el 8% de la producción agropecuaria se consume intramuros. El 92% se exporta, a mejores precios que los del mercado interno …y con la posibilidad de triangular en paraísos fiscales. Por lo tanto (dijo Prebisch en el ’55), a una depresión del consumo interno le sucede instantáneamente un aumento de los saldos exportables. De ahí que la industrialización del país sea antagónica al capital multinacional: un Pueblo con buenos sueldos industriales, adoctrinado en la cultura del trabajo (que es la que permite todas las otras), consume más, mucho más, que un Pueblo despojado de sus derechos, dependiente de la asistencia social. Los países tecnodependientes pagan cientos de veces el know how que consumen. No saber es carísimo. Ahí el multinacional robo de divisas. Todos los autos son el mismo auto. Sin embargo, pagamos royalties por ellos como si fueran distintos. Todos los remedios se fabrican a partir de unas pocas monodrogas básicas que son las que tienen efecto curativo. El resto son excipientes, saborizantes, agua destilada, colorantes, placebos, con tareas de fantasía: simulan que los remedios son diferentes entre sí. Y lo mismo con todas las computadoras, alimentos, acondicionadores de aire, teléfonos, bebidas, televisores… que se ofrecen al Pueblo en una lista inagotable de simulaciones. Enmascaramientos y fachadas que ocultan lo común: el circuito integrado, el nutriente, la tecnología básica, los azúcares, la cafeína que comparten y los hace útiles, nutritivos, energizantes, necesarios para la vida, convenientes al confort humano. Los factores de escala amortizan las inversiones tecnológicas de las multinacionales en grandes mercados de países centrales. Esto permite a sus excedentes de producción hacer dumping en los nuestros, destruyendo nuestra industria en un primer paso, para explotarnos con precios monopólicos luego. En este contexto, el know how to do it se vuelve esencial para la liberación. Y el IAPI XXI es la llave. Read less