March 24, 2022 13:53
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Claudio Turica músico y vecino de Ituzaingó compartió hoy en Fb esta historia que compartimos en @hormigasenlacocina. Mi hermano, Carlos Turica Ugrina, detenido y desaparecido el 1/9/77 a sus 22 años por la dictadura cívico-militar-eclesiástica. En este ejercicio de la memoria que solemos hacer siempre que podemos y sobre todo los 24 de marzo, quería compartir algo distinto, El año pasado fue una canción de él, que por suerte grabamos y conservamos: le gustaba muchísimo tocar la guitarra y componer (y lo hacía muy bien). Pero también agarraba la Olivetti de nuestro viejo y escribía, cuentos breves, relatos, ideas, etc., sólo por el gusto de hacerlo: por suerte conservamos varios de esos escritos. La particularidad de este relato es que transcurre en un lugar muy específico de Ituzaingó, a la vuelta de nuestra casa donde, por las vueltas de la vida, he vuelto a vivir. Y cada vez que camino por esa cuadra me imagino protagonista de ese cuento, en una especie de ritual íntimo y cotidiano... Memoria, Verdad y Justicia! Nunca más! Por Carlos y los 30.000 compañeros detenidos desaparecidos! Presentes, ahora y siempre! LOT Y SEÑORA (Génesis 19,26) Salimos de casa juntos, discutiendo de pavadas, llegamos a la esquina y doblamos por Santa Rosa para el lado de Arias, eran eso de las once de la noche. Llegamos a la primera casa después del terreno baldío, se me ocurrió mirar para adentro, el perro estaba suelto, tuve la desgraciada tentación incontenible de mirarlo otra vez; el perro levantó las orejas y empezó a caminar hacia nosotros, tuve miedo; Jorge no lo había visto, le avisé que el perro nos seguía, pero le advertí que no mirara hacia atrás: los dos tuvimos miedo. La cuadra se hacía interminable, teníamos ganas de correr, pero no podíamos por el miedo, como en los sueños; sentíamos los pasos atrás, acechantes; pasamos el último terreno baldío , llegamos al taller, y no aguantábamos más, las luces las veíamos negras, lo único que esperábamos era llegar hasta la estación de servicio, donde había gente y luz y pasaban coches, ellos nos iban a salvar, sí. Ya pasábamos el taller, ya llegábamos, pero Jorge no pudo más y se dio vuelta, yo no miré, sólo sentí los rugidos y los gritos desgarrantes. Llegué a la estación de servicio pero nadie me miró ni se dió cuenta del desastre., cruzé la calle y caminé hasta la parada, tomé el colectivo y me fuí. Read more
Claudio Turica músico y vecino de Ituzaingó compartió hoy en Fb esta historia que compartimos en @hormigasenlacocina. Mi hermano, Carlos Turica Ugrina, detenido y desaparecido el 1/9/77 a sus 22 años por la dictadura cívico-militar-eclesiástica. En este ejercicio de la memoria que solemos hacer siempre que podemos y sobre todo los 24 de marzo, quería compartir algo distinto, El año pasado fue una canción de él, que por suerte grabamos y conservamos: le gustaba muchísimo tocar la guitarra y componer (y lo hacía muy bien). Pero también agarraba la Olivetti de nuestro viejo y escribía, cuentos breves, relatos, ideas, etc., sólo por el gusto de hacerlo: por suerte conservamos varios de esos escritos. La particularidad de este relato es que transcurre en un lugar muy específico de Ituzaingó, a la vuelta de nuestra casa donde, por las vueltas de la vida, he vuelto a vivir. Y cada vez que camino por esa cuadra me imagino protagonista de ese cuento, en una especie de ritual íntimo y cotidiano... Memoria, Verdad y Justicia! Nunca más! Por Carlos y los 30.000 compañeros detenidos desaparecidos! Presentes, ahora y siempre! LOT Y SEÑORA (Génesis 19,26) Salimos de casa juntos, discutiendo de pavadas, llegamos a la esquina y doblamos por Santa Rosa para el lado de Arias, eran eso de las once de la noche. Llegamos a la primera casa después del terreno baldío, se me ocurrió mirar para adentro, el perro estaba suelto, tuve la desgraciada tentación incontenible de mirarlo otra vez; el perro levantó las orejas y empezó a caminar hacia nosotros, tuve miedo; Jorge no lo había visto, le avisé que el perro nos seguía, pero le advertí que no mirara hacia atrás: los dos tuvimos miedo. La cuadra se hacía interminable, teníamos ganas de correr, pero no podíamos por el miedo, como en los sueños; sentíamos los pasos atrás, acechantes; pasamos el último terreno baldío , llegamos al taller, y no aguantábamos más, las luces las veíamos negras, lo único que esperábamos era llegar hasta la estación de servicio, donde había gente y luz y pasaban coches, ellos nos iban a salvar, sí. Ya pasábamos el taller, ya llegábamos, pero Jorge no pudo más y se dio vuelta, yo no miré, sólo sentí los rugidos y los gritos desgarrantes. Llegué a la estación de servicio pero nadie me miró ni se dió cuenta del desastre., cruzé la calle y caminé hasta la parada, tomé el colectivo y me fuí.