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La violencia que sufren madres como Feliciana Bilat y el daño irreparable que ello conlleva, no está descripto en el Código Penal. Como afirma Eva Giberti: “allí solamente se acumulan pruebas que los adultos se ocupan de tergiversar o esconder”. El oculto SAP (Síndrome de Alienación Parental) se ha convertido en la biblia de algunos magistrados que si bien se suben a sus propias palabras como si fueran vestíbulos celestiales y creen brindar desde allí la omnipotente oración de la democracia, quedan muy expuestos cuando actúan desde la certeza de que “La madre contaminó el discurso, le llenó la cabeza a la nena para hacerle creer que la abusaron sexualmente y vengarse así de su ex pareja”. Es curioso como la justicia entiende que los niños son títeres o pequeñas almas maliciosas que nos quieren dominar. Ellos, que tienen el saber y tienen la palabra del dios vivo, pueden asegurar cuándo una denuncia de una madre desesperada es falsa, cuentan con todas las de la ley, para poner en evidencia esas pruebas y articular un fallo de absolución. Lo realmente sorprendente es que con tanta capacidad divina a su disposición, estos señores no estén en condiciones de explicar los innumerables signos de abuso que traen las pequeñas víctimas, al extremo tal de inventarles una psiquis que ningún laboratorio de psicología de estos tiempos, podría considerar cierto.
hace 8 años, 5 meses por revista.hamartia